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Procedente de las faldas del Himalaya, y donde florece incluso durante grandes se­quías. En antiguos escritos  hindúes ya era conocida como una planta medicinal desde hace más de 2.000 mil años. Los primeros egipcios, griegos y romanos apreciaban la Moringa por sus propiedades terapéuticas, utilizada  para proteger la piel, por sus elevadas concentraciones de vitami­nas A, B, C y D, elaboraban perfumes y purificaban el agua para beber, la Biblia se refiere a la planta purificadora del agua del Mar Rojo.

En civilizaciones antiguas ya se conocían las virtudes nutritivas de la moringa comían sus hojas, la usaban como alimento y medicina; además purificaban con moringa el agua para beber, un ser humano podría sobrevivir comiendo sim­plemente las hojas, flores y semi­llas de este árbol, ya que posee de sobra todos los nutrientes que el organismo necesita para sobrevivir confortablemente.

La moringa es la planta con ma­yor proteína en la tierra, sus hojas son pura proteína, y tiene más calcio que la leche de vaca, más vitamina A que la zanahoria, más vitamina C que las na­ranjas, más hierro que las espinacas, más potasio que los plátanos, más proteínas que la carne animal y la soja, más magnesio que las lechuga y 46 antioxidantes que ayudan a combatir el envejeci­miento de los tejidos, así como rica en sustancias antiinflamatorias, rica en aminoácidos, todo en un solo alimento 100% natural.

De la moringa se aprovecha prácticamente todo, pero donde realmente adquiere una importancia decisiva es en la alimentación. El carácter milagroso de su poder nutritivo se debe a que es una especie que exige pocos cuidados. Crece rápi­damente hasta alcanzar entre tres y cinco metros en un año y es re­sistente a la sequía.

La moringa ofrece una amplia va­riedad de productos alimenticios, ya que todas las partes de la planta, incluida la raíz, son co­mestibles y, como vemos, muy nutritivas. Así que ya podemos ir pensando en platos con las vainas verdes (parecidas a las legum­bres), las hojas, flores, semillas  y raíces de moringa  pueden comerse crudas, en deliciosas ensaladas.

Las vainas verdes se consumen cocidas y saben de modo similar a las judías verdes o las habichue­las; las vainas maduras se hierven en agua con un poco de sal, se abren y se extraen las semillas ya listas para comer, con un sabor parecido al de los garbanzos, aun­que también se pueden consumir tostadas y pulverizadas como condimento.

Las hojas tiernas se pueden cocer añadiéndolas a los caldos, sopas y potajes. El sabor, cruda o cocida es ligeramente picante, en­tre el berro y el rábano. Para aliñarla se puede utilizar el propio aceite, que también se extrae de la planta y que puede sustituir al de oliva perfectamente. Muchas personas utilizan sus hojas secas para prepararse un delicioso té de moringa. Algo que llama la atención de la moringa es que sus hojas conservan gran cantidad de las vitaminas y minerales luego de secarse.

La naturaleza nos ofrece soluciones a veces desconocidas y sorprendentes como  la Moringa.

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2 comentarios

  1. Excelente! el articulos sobre las propiedades de la Moringa y sus utilidades en la cocina. Muy completo, gracias por compartirlo.

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