Encontramos distintas teorías que nos hablan sobre el origen del Strudel de Manzana, y la que tiene más fuerza une a civilizaciones muy distintas que parecían no tener nada en común. Se le escucho nombrar por primera vez por el año 1696, cuenta la historia que sus raíces podrían remontarse a antiguas recetas de la cocina de Bizancio, de Turquía y Armenia. En la antigüedad servían como alimento para la población más humilde. Cuentan que los soldados del Imperio Otomano pudieron ser los causantes de la divulgación de la singular receta, después de la conquista de Bizancio en el año 1453 sobre los Balcanes, se dirigieron a Viena. La cocina Vienesa refinó y perfeccionó la receta hasta llegar a ser la que conocemos y disfrutamos hoy en día, agregándole más ingredientes y el tiempo se encargó de alejarla de la imagen de pobreza con la que era relacionada en sus orígenes. Su éxito fue tal, que terminó reinando en todos los países del antiguo imperio austrohúngaro.
Algunos de los ingredientes principales para el relleno de la masa de hojaldre es la manzana picada, que se convierte en una especie de puré de manzana, se le agrega un toque de canela y pasas. Su secreto radica en la masa, que se estira con las manos y tiene que quedar muy , pero muy delgada y elástica, dicen los que saben, que la masa debe ser tan finita que debería verse a través de ella. Existen versiones saladas también, con ricotta por ejemplo y abierta a la versatilidad e ingeniosidad de cada inspirador culinario.
Conocer los platos típicos de un pueblo no solo nos permite descubrir singulares sabores, sino que nos acerca un poco a la historia, enseñándonos un poco el origen de las recetas y la gastronomía de cada lugar.
