Este dulce manjar se convierte en el protagonista indiscutible en España y algunos países, como postre o merienda en la celebración del día de Reyes, último periodo navideño. Suele gustar a todo el mundo por su variedad: sin relleno o relleno de nata, chocolate, trufa, crema pastelera o cualquier otra variedad que surja en sus creadores. Se elabora con harina, levadura, leche, huevos, agua de azahar, margarina, azúcar y sal principalmente, aunque se pueden añadir otros ingredientes, como el anís o cualquier aromatizante, al gusto. La decoración es otro de sus puntos fuertes ya que le da un aroma impecable, un sabor más atrayente y un colorido vistoso. Para la decoración y aromatización se usa naranja natural con piel, ralladuras de limón, frutas confitadas (guindas, calabaza…), azúcar glasé y almendras laminadas.
Tiene forma de rosca, más o menos imitando una corona real, cubierto de frutas escarchadas, que semejan las joyas de la corona, y lleva escondida en su interior una pequeña sorpresa, a veces de gran lujo y valor. La tradición dice que quien la encuentra tiene que pagar el roscón. Es conocido en la cocina portuguesa como «Bolo de Rei», aunque no consta de los mismos ingredientes. La receta del roscón es antigua en el mediterráneo y también se encuentran dulces semejantes en la Provenza francesa. Poco a poco, Hispanoamérica se ha dejado seducir por su sabor único.
Está relacionado con las saturnales romanas, fiestas paganas dedicadas al Dios Saturno con el objeto de que el pueblo romano en general pudiera celebrar los días más largos que empezaban a venir tras el solsticio de invierno. Para estos festejos se elaboraban unas tortas redondas hechas con higos, dátiles y miel, que se repartía por igual entre los plebeyos y esclavos.
El Día de Reyes no es Día de Reyes sin este dulce, nada mejor que despertar con un dulce sabor en la boca luego de días mágicos, de celebraciones y emociones para todos.