Su origen es primitivo, se une a la matanza del cerdo y al ritual que se realizaba para suministrar y conservar los alimentos, convirtiéndose en un encuentro social e intergeneracional. La carne era seleccionada y condimentada, luego de un corto reposo se embutían, se colgaban de los techos de las despensas hasta que se curaban, luego se reservaban en grandes vasijas de barro donde se mantenían hasta ser consumidas.
El Chorizo ibérico tiene su nacimiento en la Península Ibérica, de ahí se fue extendiendo a otras partes del mundo, primordialmente hacia Latinoamérica. La matanza era un acto de trabajo y festivo, donde participaba la familia y parte del vecindario con mucho respeto y agradecimiento hacia el alimento que estos animales proporcionaban, esta tradición aun se mantiene en algunos pueblos. El fuego y la sal fueron dos elementos sumamente importantes para la creación y conservación del chorizo ibérico, elaborado con carne de cerdo salada y condimentado con pimentón y a veces algún otro condimento según la zona, es embutido en tripa de cerdo. Constituye una de las tapas más simples y sabrosas. En muchas zonas de España hay buenos chorizos, pero sin duda el que se lleva el galardón es el chorizo ibérico, elaborado con carne de una variedad de cerdo llamada cerdo ibérico, un cerdo negro excelente para embutidos, y más si se le ha alimentado de la forma natural y tradicional (con bellotas), alcanzando mejor calidad y precio. Es un cerdo autóctono que existe en zonas occidentales como: Salamanca, Extremadura y las Sierras de Huelva, que son los lugares productores del mejor chorizo, lomo embuchado y jamon ibérico.
El chorizo ibérico es una delicia absoluta, tradicional en la gastronomía española y uno de sus actores principales, bien sea en guisos, bocadillos, tapas y en infinidad de platillos.